Alemania iniciará 2020 con la mirada atenta a la coalición de gobierno, donde uno de sus integrantes busca la continuidad, mientras el otro se inclina hacia la izquierda, en el trecho final del mandato de la dama de hierro alemana, Angela Merkel.Alemania iniciará 2020 con la mirada atenta a la coalición de gobierno, donde uno de sus integrantes busca la continuidad, mientras el otro se inclina hacia la izquierda, en el trecho final del mandato de la dama de hierro alemana, Angela Merkel.
La difícil situación se suma a la no menos complicada perspectiva económica, que proyecta una sombra sobre el flujo exportador alemán, clave de su fortaleza económica en los pasados años, el cual parece debilitarse cada vez más por el adverso entorno económico global.
Lo previsto es que Ángela Merkel, aún la mujer más poderosa de este feneciente 2019 de acuerdo con la revista estadounidense Forbes, cumpla 16 años como canciller federal al frente de Alemania en 2021, pero las tensiones en la coalición de gobierno podrían impedirlo.
Tres partidos antagónicos confirmaron en 2018 la Gran Coalición que gobierna el país europeo: la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de Merkel y la Unión Social Cristiana (CSU), aliados por sus posiciones convergentes de derechas, se unieron al Partido Socialdemócrata (SPD), de centro izquierda.
No fue algo inédito, pues experiencias similares se dieron entre 2005 y 2009, y luego entre 2013 y 2018, el primero de la actual Gran Coalición, de manera que se trata de un gobierno de equilibrio que busca mantenerse al menos año y medio hasta las elecciones, fechadas para 2021.
En este 2019 la CDU y el SPD superaron dos crisis que a su vez dieron continuidad a la Gran Coalición, pero las bases para que se disuelva siguen ahí.
La salud de Merkel pudo haber sido una causa, pero al final la canciller federal alemana solventó los episodios en que apareció en público con temblores en su cuerpo. El primero de ellos junto al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky en junio pasado.
También la nueva líder del partido de Merkel y ministra de Defensa, Annegret Kramp-Karrenbauer (conocida como AKK), superó los errores iniciales tras su elección justo en diciembre de hace un año, y parece cerrar este con el capital suficiente para suceder a Merkel.
Pero el miembro antagónico de la coalición, el SPD, apenas pudo superar sus diferencias internas y cierra 2019 con un liderazgo de dos cabezas, la de Saskia Esken y la de Norbert-Borjans, electos a principios de este mes.
Fue Esken la que pidió a los miembros del partido socialdemócrata dar una oportunidad a la Gran Coalición, pues en la cita anual del partido se estaba perfilando una moción para abandonarla.
Con la participación confirmada en el gobierno, el SPD tratará en 2020 de reimpulsar el estado de bienestar y avanzar en programas ambientales, puntos los dos no necesariamente bien vistos por sus compañeros de gobierno, CDU y CSU.
En particular pretende fortalecer el llamado Hartz IV, sistema de protección para los desempleados, y hasta donde puedan hacerlo se verá en el inminente 2020.
Las perspectivas no son halagüeñas, luego de que AKK, la sucesora de Merkel en la CDU, dijo que pretender que la Gran Coalición se incline a la izquierda era una conducta egoísta por parte de los nuevos líderes socialdemócratas.
A la frágil estabilidad política se unen las preocupaciones por la estabilidad económica, donde el panorama, al igual que en muchos otros países, luce sombrío.
Los conflictos internacionales en materia comercial, acompañados de la baja en los intercambios y la incertidumbre sobre la salida de Reino Unido de la Unión Europea, el conocido Brexit, se suman para entorpecer el flujo exportador alemán, que está en la base de su poderío.
El primer signo, aunque aún ligero, son los pronósticos sobre la tasa de desempleo que se espera registre Alemania en 2020, con apenas una décima de aumento, que lo dejaría en 5.1 por ciento tras el actual 5.0 por ciento.
Se espera en consecuencia que el consumo siga estable, con pronósticos de baja inflación, y se mantenga así, como el apoyo fundamental del aparato económico teutón.
Sin embargo, las exportaciones enfrentan los problemas comerciales externos, que repercuten en la producción industrial. Este año se prevé descienda cuatro por ciento, de acuerdo a la Federación Alemana de Industrias.
Las industrias automotriz, de ingeniería mecánica, de electricidad y química podrían ser las más dañadas si la situación externa sigue igual o empeora.
Mientras tanto, la extrema derecha, representada por la agrupación Alternativa para Alemania (AfD), se encuentra no sólo alerta del destino de la Gran Coalición, sino también ganando terreno en elecciones regionales.
Tal fue el caso de los comicios del pasado octubre en el oriental estado de Turingia, donde alcanzó 23.4 por ciento de los votos de la elección local, contra 22 por ciento del CDU, el partido de Merkel.
Para superarlo, se apoyó en banderas como el endurecimiento contra la migración, un contraste con la línea que ha seguido la jefa del gobierno alemán.