
Cicuta
El uso y el abuso de las redes sociales han permitido la difamación de personalidades, aun cuando la información sea falsa, pues a la fecha no está regulado su contenido.
Cosa que aprovechan los infamadores tratando de desacreditar a quienes consideran enemigos o, simple y llanamente, acatando instrucciones de sus amos para, con mentiras, injuriar ruinmente a un personaje.
En el anonimato, su autor –seguramente por cobardía–, en la página web ‘El Alfil’ difama al comunicólogo Francisco Cuéllar Cardona, pero no ofrece prueba alguna de su diatriba.
Y lo más grave, en claro atentado contra la libertad de expresión, se mete hasta en su vida privada.
¡Qué deshonra para el medio periodístico!
Comenta: Juan Sánchez Mendoza