Por Fernando Acuña Piñeiro

 

Cinco gobernadores acaban de desempolvar el viejo sueño secesionista de la llamada República del Río Grande, a través de la cual los estados de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, así como parte de Texas, buscaron convertirse en un país independiente, en 1840, durante el gobierno mexicano de Anastasio Bustamante y el cacicazgo de Antonio López de Santa Ana.

Los orígenes de esta rebelión política fueron, se dice, los abusos del poder federal, en lo que se refiere a un sistema excesivamente centralista. ¿Alguna coincidencia con la realidad actual?

Sin embargo, el reciente grupo político, integrado por los gobernadores de Durango, Michoacán, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, un quinteto plural bastante significativo que ha decidido hacer equipo en materia política y de desarrollo económico, pareciera ir más allá de una estrategia separatista. Y se inscribe más bien en un escenario estrechamente vinculado con la sucesión presidencial del 2024.

El alma de este trabuco de poder, su verdadero orquestador y para decirlo más abiertamente, su líder, es el mandatario tamaulipeco Francisco Cabeza de Vaca.

Por lo que se observa, Cabeza no sólo tiene a la GOAN panista como plataforma, sino que ahora ha expandido su influencia a otros estados gobernados por priistas, perredistas e independientes. El fondo de toda esta actividad política del Gobernador tamaulipeco, es el de ir preparando aliados y condiciones encaminadas a fortalecer su sueño político de ser candidato a la Presidencia.

Empezando por el nombre de la naciente organización, anunciada a manera de épica política en un corrido norteño, ‘La República del Río Grande’.

“Hay tres estados del norte / otra vez están unidos / como allá en el 39, han juntado sus caminos / para acabar con la crisis, luchando todos unidos”, se escucha el espectacular inicio del corrido que ya circula por las redes sociales, arropado por la música del acordeón y del bajo sexto.

“De la mano trabajando / con Michoacán y Durango / hoy están erradicando, este mal que hoy hace daño / y nos tiene preocupados / juntos debemos cuidarnos”.

No me vayan a decir que el gobernador de Coahuila, Miguel Riquelme,  ex alcalde de Torreón y originario de esa ciudad industrial, tiene algo qué ver con la región del Valle del Rio Grande, Texas.

De igual manera, no me salgan con que el agrónomo Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón, gobernador independiente de Nuevo León y que tiene enterrado su ombligo en el Ejido Pablillo, en plena sierra de Galeana, tiene algo qué ver con el  progresista valle texano.

Mucho menos Silvano Aureoles Conejo, oriundo del modesto pueblito de Cuarácuaro, en la convulsiva región de la tierra caliente michoacana.

Y del mandatario de Durango José Rosas Aispuro, originario del Ejido las Trancas, municipio de Tamazula, pues ninguna conexión tiene con las colinas del estado de la estrella solitaria.

Obviamente, los cuatro gobernadores que acabamos de mencionar, nada tienen qué ver con el Rio Grande, esta grandiosa vía fluvial que nace en el sur estadounidense, para convertirse en la herida de agua que divide dos regiones económicas y culturales; dos idiomas, dos visiones sociales.

Cabeza de Vaca, en cambio, creció en el Valle del Río Grande, en este enclave híbrido de vertientes hispanas y anglosajonas. En una atmósfera social donde los adolescentes tradicionalmente se forman en un cosmos de roles perfectamente delimitados: las jovencitas a las clases de ballet, los varones al futbol, en un ambiente presidido por las reuniones de la iglesia, la escuela y las clases de guitarra.

Si mal no recuerdo, en una de sus entrevistas concedidas a medios texanos, ya en la víspera de su proyecto estatal, Cabeza dijo, o lo dio a entender, que el Valle de Texas no es ni México ni Estados Unidos, sino una economía independiente que puede competir contra las grandes potencias económicas globales.

En fin, los sueños políticos del Gobernador tamaulipeco ahí están, para quien los quiera analizar. Lo primero sería convertirse en candidato panista a la Presidencia, pero tampoco descarte un frente amplio con gente del PAN, del PRI y del PRD.

Y el plan B sería crear una nueva República, la República del Río Grande, de la cual obviamente Cabeza sería el primer Presidente.

Un nuevo país entre Estados Unidos y México. Los tres estados del noreste tienen potencial económico. La república del Río Grande… ¿utopía o posibilidad real?

Por lo pronto, ya es un corrido.