Por Azahel Jaramillo H.

 

¿Cómo están? Sabroso el calor. Ayer viernes estuvimos en nuestra Ciudad Victoria a 42 grados. A la hora de pagar el recibo, la CFE no va a tener compasión con nosotros. Para la 4T no contamos. Y ni cómo plantearle una rebaja de la luz al mero jefe en una visita por acá… pues en Victoria ni sus luces. Ya hace mes y medio anunció el delegado José Ramón Gómez Leal que venía López Obrador, y pues nos canceló.

Y ahora con esto de las medidas anti Covid-19 del ‘doble no circula’, usar cubre bocas y prohibir que anden circulando en Tamaulipas los ciudadanos mayores de 60 años… pues mucho menos. Y es que casi todo el gabinete de la 4T, jefazo incluido, rebasa la línea de los 60.

Vámonos calmando.

 

Diálogos

Les cuento que este 15 de mayo se cumplirán ocho años del fallecimiento del escritor Carlos Fuentes Macías.

Supe del escritor cuando en mis tiempos de escuela secundaria –‘20 de Noviembre’ de Ciudad Madero–, llegó a mis manos un pequeño libro que venía de regalo en una revista de semidesnudos femeninos –la ‘Play boy’ mexicana- que se llamaba ‘Caballero’.

El libro se llama ‘Perspectivas mexicanas desde París. Un diálogo con Carlos Fuentes’. Se trata de una extensa entrevista concedida a James R. Fortson.

Del libro recuerdo algunas frases de Fuentes que me atraparon: ‘El verdadero promotor del desarrollo de México es el Estado mexicano, no los empresarios mexicanos. Los empresarios  son incapaces de vender una cuchara en el mercado externo. Apenas si saben embotellar cerveza’. (La tragedia es que en 2017 ya no hay cerveceras mexicanas, ups. La Corona y la Cuauhtémoc Moctezuma son ya propiedad de empresas holandesa y belga).

Otra frase es donde refiere que él cree más en el poder del periódico que de la televisión, argumentado que él puede ir a una entrevista de televisión y conceder una entrevista a un diario. En la tele, argumenta, puede verte mucha gente, pero es un medio pasajero, al día siguiente ni quien se acuerde. En cambio las declaraciones a un diario quedan impresas, pueden archivarse y consultarse en todo momento.

En portada del librito aparecen las imágenes de un moderno edificio mexicano –el Hotel de México, hoy WTC donde está el Polyforum Siqueiros–, y de la torre Eiffel. Libro que perdí no sé dónde, pero que me hizo interesarme por los libros de Fuentes y muy probablemente por el periodismo.

Una tarde en una librería de Tampico adquirí el que seguramente es el primer libro que pagué nomás por darme el gusto.

Algo más me identificaba con el escritor: Hablaba del presidente Luis Echeverría. El libro es ‘La región más transparente’. En su primera página este libro de Carlos Fuentes en forma escueta solamente dice un par de palabras: ‘A Rita”. Curioso como soy…’

Indagué: ¿Quién es Rita? La dedicatoria se refiere a la actriz Rita Macedo, quien fue su primera esposa, y con quien tuvo una hija llamada Cecilia. Al casarse con Fuentes, Rita ya tenía dos hijos: la actriz Julissa y el productor Luis de Llano Macedo. Rita y Carlos acabaron por divorciarse.

Pero al momento de mandar ‘La región más transparente’ a imprenta, Rita era el gran amor de Carlos Fuentes Macías.

Acabó la actriz por suicidarse en el año 93. Al morir los diarios dijeron que había estado casada con Fuentes.

Carlos Fuentes y Rita Macedo se divorciaron en 1969.

La hija de ambos, Cecilia, refiere: “Mi papá siempre tuvo muchas novias –responde su hija Cecilia en entrevista con Milenio–. Mi mamá lo sabía y yo también. Para mí era normal contestarles el teléfono a sus novias y pasárselas. El divorcio fue solamente un cambio más, simplemente que esta vez él no regresaría a casa”.

Con todo, Carlos Fuentes vivió una tragedia personal. Se le murieron jóvenes los dos hijos que tuvo con su segunda esposa, Silvia Lemus.

La referida novela ‘La región más transparente’ casi en sus primeras páginas tiene unas palabras tremendas: ‘Tuna incandescente. Águila sin alas. Serpiente de estrellas. Aquí nos tocó. Qué le vamos a hacer. Es la región más transparente del aire’. Y ‘en México no hay tragedia, todo se vuelve afrenta’.

Aunque fue un hombre de mundo y de la burguesía, Fuentes sufrió una pena terrible: ver morir a sus hijos.

Él vio morir a los dos hijos producto de su segundo matrimonio con Silvia Lemus.

Mario Alberto Mejía, escribió en La quinta columna:

“Carlos Fuentes no murió ayer: murió cuando su hijo Carlos Fuentes Lemus se suicidó en Puerto Vallarta huyendo para siempre de la hemofilia y cuando su hija Natasha fue hallada bajo un puente del barrio de Tepito asesinada por manos anónimas y cobardes”.

En otras palabras, la de hace un año fue su tercera muerte: la definitiva.

Poeta, pintor, guionista de cine, huésped permanente de los hospitales, el joven Fuentes Lemus acabó con su vida en Puerto Vallarta el 5 de mayo de 1999.

Como buen lector de Baudelaire, entendió que las flores del mal siempre son nocturnas y están ligadas a la muerte.

Seis años después, el 22 de agosto de 2005, su hija Natasha terminó debajo de un puente de Tepito.

Sola, despojada, arrebatada.

Esas dos muertes lo mataron en vida: acabaron para siempre con la vitalidad de un escritor que abarcó casi todos los géneros: novela, cuento, ensayo.

Y aunque siguió escribiendo las cosas ya no fueron iguales: había perdido el alma y el espíritu: esas formas borrosas que guardan la ausencia de los hijos.

Atrás quedó uno de nuestros primeros escritores realmente cosmopolitas: políglota, exitoso, cultísimo, amante de las actrices más bellas, conocedor de vinos, cinéfilo empedernido y ‘bon vivant’.

De la muerte de Natasha Fuentes Lemus, se dijo: ‘Ocurrió en el barrio de Tepito, una zona peligrosa del Distrito Federal mexicano en la que abunda la venta de estupefacientes y productos falsificados. Fuentes y su esposa, Silvia Lemus, se encontraban en Londres’.

Fuentes le dijo a Emmanuel Carballo: “Escribí desde muy niño. A los seis años redactaba crónicas de viajes y cuentos de brujos y fantasmas. El mundo de la segunda realidad siempre me ha apasionado, aunque a veces logre ocultarlo”.

Y a Ana María Larraín (revista Paula, septiembre de 1996), le dijo: “No voy a disfrazarme de lo que no soy. ¿Quieres que me ponga un sombrero de charro o que ande en huaraches? ¡No! Pertenezco a la burguesía mexicana, a la clase alta de México y ahí estoy”.

–¿No sirve de nada levantarse a las cinco de la mañana a escribir, como lo hacen tantos?

–Sí, sí sirve, porque creo en el famoso apotegma de Wilde: ‘El genio es 10 por ciento de inspiración y 90 por ciento de transpiración’.

El gobernador Tomás Yarrington cuando soñaba ser Presidente lo trajo a Tampico.

Tanto amó Fuentes a París que allá pidió ser sepultado.

Junto a sus hijos y admirados escritores.

Nos vemos.

Correo: azahel_jaramillo@hotmail.com