Por Juan Sánchez-Mendoza

 

Contra todos los pronósticos del subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, la curva del coronavirus crece de manera alarmante todos los días, en lugar de aplanarse; y en las semanas previas, cuando él esperaba una disminución de contagios, estos han sido más, hasta el grado de alcanzarse 2 mil 148 infectados en tan sólo un día.

En el ámbito nacional las cifras se multiplican cotidianamente. Y cada vez hay más enfermos y muertos –hablamos de casi 60 mil infectados, de más de 6 mil decesos (ayer se registró la cifra más alta de muertos)–, que ponen en entredicho las apreciaciones del epidemiológico y, por supuesto, del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Ayer el informe oficial registró 6 mil 94 decesos –424 en un solo día–, pero la administración pública federal insiste en reactivar todas actividades en los mentados ’municipios de la esperanza’, aunque sus autoridades, es obvio, no lo hicieron caso y menos los gobiernos estatales.

Y no, porque las entidades siguen presentando contagios día tras día.

Ante ello, la Secretaría de Salud (federal) –a cargo de Jorge Alcocer Varela–, ha modificado su apreciación y dejado en manos de los gobiernos locales el manejo de la crisis, pues sólo en lo doméstico se podría evaluar, más acertadamente, el problema que quiso centralizar el Gobierno federal, a control remoto.

Muestra de que la Federación ‘tiene otros datos’, es que en la frontera norte del país la pandemia crece –y las autoridades de la Unión Americana han decidido cerrar sus puertas hasta el 21 de junio–, a tal grado que todos los cruces también de aquí allende el río Bravo están impedidos mientras el régimen lópezobradorista ha autorizado reiniciar actividades.

Ello ha provocado que cada día sea más difícil contener a la población en su ímpetu de retornar a la ‘nueva normalidad’ –ávida de recuperar parte de su economía–, pese al riesgo que conlleva la reactivación laboral.

Cierto es que la economía está colapsada, pero antes de ofrecer que a partir de mayo 18 se abriría nuevamente el comercio ‘paulatinamente’; y en junio 1 se reestablecerían ‘todas las actividades’, el Gobierno federal, debió primeramente pensar en el impacto social y luego en el financiero, que, por lo visto, es su prioridad.

Y concluyo con cuatro preguntas:

1) ¿Ya se ‘aplanó’ la curva del contagio cuando diariamente crecen los casos en todo el país?

2) ¿La reanudación de clases será en agosto, realmente?

3) ¿Por qué no hablarle al pueblo con la verdad?

4) ¿Acaso se aprovecha la pandemia para acabar con los ricos, dañar a las clases medias (lo que resta de éstas) y establecer un régimen socialista?

De otra forma no entiendo por qué, López Obrador, deja sin protección sanitaria a las entidades.

¿Acaso por la militarización del país que ocupa todo su tiempo?

Son simples preguntas y suposiciones.

Obvio, él tiene otros datos.