*Sergio Ulloa ha contribuido con reconocidos artistas mexicanos para crear grandes obras de arte
Por Iván Santiago Marcelo
México, 24 de noviembre (Notimex).— Por los talleres del maestro-impresor Sergio Ulloa (Ciudad de México, 1955) han transitado grandes artistas mexicanos, como Manuel Felguérez, Raúl Anguiano, Alberto Castro Leñero, Gabriel Macotela, José Luis Cuevas, Gilberto Aceves Navarro, Sebastián, Alejandro Colunga, entre otros.
Detrás de sus grandes obras de arte en las que usó técnicas de grabado, y son admiradas por el público en las conocidas galerías de arte y los diferentes museos de México y el mundo, hay un proceso creativo que es compartido entre los autores y quienes trabajan en los talleres de impresión.
Sergio Ulloa ha realizado esta labor por más de 30 años. Inició en la década de los 80 como asistente en uno de los más prestigiosos talleres del país, el taller Kyron, dirigido por el reconocido litógrafo Andrew Vlady, y donde trabajó con artistas como Rufino Tamayo, Francisco Toledo, Leonora Carrington, Francisco Zúñiga, José Luis Cuevas, Luis Nishizawa y Alfredo Castañeda.
“Todo empieza por la necesidad de tener un trabajo, por llevar algo a la casa. Un amigo me invitó a trabajar en Kyron, hice mi solicitud, me llamaron y ahí empecé. Nunca imaginé que me iba a dedicar a esto, todo empieza por una necesidad, pero aprendí muy rápido, sentí que no me costó mucho trabajo”, recordó el artista Sergio Ulloa en entrevista con Notimex.
Añadió que en ese taller empezó a trabajar como asistente del artista, pintor y escultor mexicano Alejandro Colunga, así como de Francisco Zúñiga; “ahí empiezo y a los cuatro meses ya estaba imprimiendo mis primeros colores; yo no pelaba mucho eso de los artistas, me parecían bonitas las imágenes, pero nunca dimensioné, eso fue muchos años después”.
El maestro-impresor, quien tiene un notable papel en la historia de la gráfica en el país, recuerda que el nivel de exigencia que pedía Andrew Vlady era el máximo, “quería alcanzar la excelencia, lo elevaba a un nivel de arte”; más allá de vivir esto como un problema, lo tomó como un reto y una oportunidad para aprender todo lo que pudo y “poder superar al maestro”.
Aprender y sentir para poder crecer
“Estuve con Andrew Vlady como 15 años, pienso que aprendí más de lo que me enseñó”, refirió el artista quien reconoce que después de colaborar en este lugar y estar lleno de mucho conocimiento, le surgió la inquietud por tener su propio taller, “irse por la libre”, para poder recibir a los artistas con los que ya había y estaba establecido un vínculo.
“Uno como asesor técnico a veces tienen que interpretar los sentimientos de los artistas, te tienes que mezclar en su historia, en lo que traten, en lo que te ponen aquí, y ya sólo de ver las cosas te das cuenta qué técnica puedes manejar y cómo puedes aterrizar una pieza”, compartió el artista quien ha expuesto en espacios como la Galería Tonalli del Centro Cultural Ollin Yoliztli (CCOY).
Sergio Ulloa explicó que existen diversas técnicas para el grabado, las cuales se seleccionan cuidadosamente entre el impresor y el artista. Entre ellas destacan aguafuerte, aguatinta, litografía y otras más: “me gusta mucho la yuxtaposición de colores, que respire la imagen, poner en práctica todo lo que yo aprendí”.
También recordó las palabras del maestro Luis López Loza al opinar sobre los impresores: “decía que los impresores teníamos mucha sensibilidad para realizar nuestro trabajo, pero el único problema era que no leíamos, y no íbamos más allá de hacer una estampa bonita, de hacer que se vea bien; él es quien más bonito se ha expresado de los impresores”.
En el taller de Ulloa, los artistas llegan y se sientan a crear y desarrollar muchas de sus obras, por lo que más allá de establecer una relación laboral, se crean lazos de amistad, los cuales se han conservado a lo largo de los tiempos.
Antes de concluir la entrevista, el maestro-impresor declaró: “Yo no estudié arte, yo aprendí en el día a día. Lo hice por una necesidad y esa necesidad, con el paso del tiempo, me dio un oficio, y ya que había dominado el oficio se convirtió en otra necesidad, y es porque yo disfruto mi trabajo. Toda mi vida he vivido de esto, en mi caso se volvió una pasión, lo disfruto mucho. No soy el mejor, pero sí soy competitivo”.