En el cine mexicano hay otro tipo de historias que no son las de narcos o de migrantes, asegura la actriz Sophie Alexander-Katz.

Ella protagoniza Blanco de verano, “historia de una madre que vive en Ecatepec con un hijo con el que tiene una relación de codependencia, hasta que entra un tercero en sus vidas. Se trata de un hombre con el que la mujer se entusiasma y todo se vuelve un caos…”, comenta en una entrevista telefónica, so pretexto de la presentación del filme anoche en el Festival de Cine de Sundance, como parte de la competencia oficial.

Alexander-Katz cuenta que la cinta fue bien recibida; conmovió por su sencillez y valores universales. Fue la primera vez que vio el largometraje terminado y, emocionalmente fue de impacto.

La actriz, que comparte créditos con Adrián Rossi y Fabián Corres, afirma que a veces se apoya a las historias que son más mediáticas o que contienen temas coyunturales, pero no a este tipo de cintas, que cuentan sobre un México que refleja cierta condición socioeconómica.

En su opinión, fue un tremendo impacto asistir a la presentación, porque realizas tu trabajo y no vuelves a saber de la película hasta años después.

La dirección es contundente y precisa

Anoche, rodeada del público estadunidense que asiste a los cines de Park City, donde se efectúa Sundance, se dio cuenta de que una historia como ésta puede emocionar. “Corrimos con suerte al tener buenos comentarios sobre el trabajo en varias áreas del filme, comenzando por la dirección, contundente y precisa, de Rodrigo Ruiz Patterson, egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica.

En sus apuntes, Ruiz Patterson considera que su cinta es sobre el final de una época que etimológicamente quiere decir: la imposibilidad de hablar. La infancia. De cuando aún logramos sorprendernos y maduramos tras una larga cadena de equivocaciones. Cuando al final entendemos que las emociones están más allá de nuestro control.

Añade: es una historia de amor en distintos niveles que se sucede en la parte profunda del iceberg, en un contexto de familia moderna. Todo lo anterior narrado desde el punto de vista del protagonista en un viaje través de su percepción visual, auditiva, emocional y sicológica.
Las buenas historias le llegan a Sophie Alexander-Katz no por suerte, sino por trabajo. Egresada del Central School of Speech and Drama de Londres, Inglaterra, y de la Casa del Teatro, ha participado en varios montajes y cintas como La verdad sospechosa, dirigida por Luis Estrada, y Labios rojos, de Rafa Lara.

Explica a este diario que su método actoral es, en cada proyecto, “empezar de cero. En el momento en que dices: ‘ya lo sé todo’, tu carrera se te escapará de las manos”.

Afirma que al empezar un nuevo trabajo me pongo en el lugar menos confortable. No te puedes sentir cómodo en un lugar que no conoces y si no, estás mintiendo. Soy cuidadosa de ello. En Londres aprendí la técnica actoral, definir técnicamente las emociones, y en México supe sobre la ética del trabajo.

También activista de los derechos laborales de su gremio, considera que es importante “bajar a la tierra lo que es la expresión artística. Saber que ser actriz es un trabajo como cualquiera, porque algunos creen que es algo que hacemos mientras laboramos en otra cosa.

Hay que ofrecer respeto al histrionismo, en el que a veces tienes que levantarte a las cinco de la mañana a un llamado, como cualquier trabajo y eso hace falta que también lo vean las autoridades y la sociedad.

Recomienda a las jóvenes actrices que vean más allá de la definición del arte, que exijan sus derechos y que sepan que su oficio les dará de comer y, por consiguiente, apoyar a los que ahora pugnamos por los derechos laborales de la industria, ya que, hay que decirlo, los actores no tenenos seguro social u otras canonjías. Tienen que entender que en esta carrera lo importante no es llegar, sino resistir; el camino es largo y lleno de muchos no, y para aguantar, hay que entrenarse emocionalmente.