Por Juan Sánchez-Mendoza

 

En la administración pública, más que temor al coronavirus, se percibe una quimera: que la autoridad decrete suspender labores en todas las áreas.

No para cumplir el aislamiento recomendado por las autoridades. Pero sí en aras de ‘vacacionar’ so pretexto de la pandemia.

Más cuando las actividades educativas fueron paralizadas y se les dio a los mentores de educación básica permiso para ausentarse de su centro de trabajo.

De ahí que en varias oficinas públicas los trámites se hayan aplazado, en perjuicio de los contribuyentes, ‘hasta no saber cuándo entraríamos en recesión’, dice la burocracia.

–Mientras tanto, Usted está obligada a darle curso a mi petición –dijo un ciudadano a la empleada de la Oficina Fiscal.

–Sí lo hago, pero si el término se vence y no hay labores, nuevamente tendrá que pagar cuando se reanuden las actividades –contestó.

En la máxima casa de estudios, ocurre más/menos lo mismo.

Sobre todo en el área de becas, pues los empleados dan por cierto –y hasta aseguran–, que de un momento a otro se les notificará que cierren la oficina, aún cuando los términos de las convocatorias no se han cumplido en tiempo y forma.

Así que los solicitantes del apoyo, como el chinito, se ‘quelán nomás milando’.

Lo mismo sucede en la alcaldía, donde los empleados se niegan a la atención de contribuyentes aduciendo que el personal encargado no está. 

Igual que en la Comisión Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (COMAPA), donde se niegan a establecer convenios por adeudos, ya que el presidente del Consejo de Administración, Xicoténcatl González Uresti, dio la orden de cobrar el servicio o de lo contrario cortar las tomas, a pesar de que el vital líquido es indispensable para la higiene personal y el aseo en los hogares.

 Por ora parte, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) multiplica la persecución contra deudores; las tiendas de autoservicio ‘desemplearon’ a los ‘cerillos’ de la tercera edad –aunque no les proporcionan salario–, para evitar, según sus gerentes, situaciones incómodas de riesgo; los bancos a través de avisos y mensajes aseguran que mantendrán abiertas todas y cada una de sus sucursales; y las gasolineras aducen que de cerrar sería catastrófico para el conglomerado.

En negocios de comida, como ‘Doña Tota’, las empleadas suponen que cerrarían todas las sucursales durante varios días; lo mismo que en taquerías, torterías, expendios de comida china y japonesa, pastelerías y expendios de cárnicos.

Pero en realidad, los propietarios se niegan.

Así que todo, por ahora, es especulación en cuanto al aislamiento de gente recomendado.