Por Carlos López Arriaga

Inescrutables son las decisiones del poder y misteriosos los resortes anímicos que marcan derroteros al gasto público en tiempos de la #CuatroTé.

El presidente López Obrador se observa confiado en que su paquete de programas ya predefinidos le alcanza bien para sortear las dos crisis: pandemia y crack petrolero.

Al menos hasta hoy, es claro que no piensa salirse del guion ni una jota ni una tilde. Solamente buscará potenciar los vasos comunicantes de la ayuda social que ya están funcionando.

En su reciente mensaje sabatino (9 de mayo) Andrés Manuel habló precisamente de sus programas sociales, en rubros, cifras y tiempos, abril y mayo.

Llama la atención el tono cordial, hablando tranquilamente desde la oficina principal, en su sillón, atrás del escritorio, entre coloraciones tenues y un volumen moderado.

Distinto tono, diferente ánimo, otra intensidad de la luz y también de las cuerdas bucales, si lo comparamos con la estridencia y el ánimo pendenciero que regularmente muestra en las conferencias ‘mañaneras’.

En lo personal, de esos 16 minutos en video me llamó la atención su informe sobre un programa denominado ‘La escuela es nuestra’.

Transcribo primeramente lo que dijo de manera literal, tratando de interpretar sus consabidas pausas en algunos casos como puntos suspensivos, en otros como punto y coma, punto y seguido, punto y aparte, punto final.

Dijo el presidente:

“Aquí aprovecho para decirle a la gente que vaya… ya… a las sucursales del Banco Azteca, los que ya tienen su comité… que vayan a sacar ya sus recursos, sus fondos.

“Ya se ha dicho… si es una escuela pequeña, hasta de 50 alumnos, 150 mil pesos para el mantenimiento; si tiene de 50 a 150 alumnos, 200 mil pesos; si tiene más de 150 alumnos, 500 mil pesos.

“Van al banco, reciben el dinero y… les recomendamos que lo usen en construcción de bardas… que lo usen en la construcción de aulas para usos múltiples… que reparen los baños, que le den trabajo a los maestros albañiles, a los trabajadores de la construcción… porque son 25 mil escuelas; queremos que sean 25 mil frentes de trabajo.

“Podemos tener en cada una de estas escuelas trabajando… cuando menos a cinco trabajadores… de la construcción y esto reactiva abajo la economía. Son casi cinco mil millones los que se están dispersando”.

 

Dinero a maestros.

Fin de la cita. La primea pregunta gira en torno a esta última cantidad (cinco mil millones) y su relación con las prioridades de orden presupuestal en tiempos de pandemia.

Hoy que la demanda de servicios hospitalarios ha rebasado con mucho la capacidad de respuesta gubernamental, en rubros como camas, equipo, respiradores, uniformes y mascarillas de protección para el personal médico.

Hoy que vemos a médicos y enfermeras pidiendo ayuda por la falta de suministros indispensables para el combate a la enfermedad.

Y hoy que ya estamos en mayo y las escuelas no solamente lucirán vacías por efectos de la cuarentena, sino también por la víspera del periodo vacacional más largo del año.

¿Reparar excusados en una primaria es más importante que comprar ropa de hospital, mascarillas, equipo de protección, medicamentos, refaccionar ambulancias, pabellones y salas de terapia intensiva?

Pero hay más dudas. Dice Andrés Manuel en su discurso que cada crédito (incluyendo los menores de 25 mil pesos) dará empleo a “por lo menos cinco trabajadores”.

Lo cual se antoja improbable. Sobre todo si recordamos que, por pinchurrienta que sea la obra, el puro material de construcción se lleva un bocado grande de esos 25 mil.

¿Sabrá el Presidente cuánto cuesta el bulto de cemento, el kilo de varilla, el camión de arena, el alambre quemado?

Añada usted la raya semanal de los 5 trabajadores señalados como mínimo.

Por supuesto, si el apoyo se ubica en las categorías superiores (150 mil, 200 mil, 500 mil) esta limitación podría quedar salvada.

Aunque aquí entramos en la siguiente duda…

¿Quién supervisa el buen uso del dinero?… Aparentemente nadie si, como el propio declarante precisa, la cobertura total comprende 25 mil escuelas.

Ni lejanamente hay auditores suficientes en todo el país. La respuesta la tiene el propio AMLO cuando dice que el pueblo de México es intrínsecamente ‘bueno y sabio’ y ello garantiza su honestidad.

De aquí nuestra necesidad de buscar segundas intenciones, propósitos velados, cuando la explicación oficial parece desafiar al sentido común.

 

Doble discurso

Por supuesto, la duda va más allá: ¿Importa la honestidad aquí? ¿Preocupa el buen uso del apoyo? ¿Se busca realmente que el recurso se convierta en obra útil?

¿De veras quieren que dichas cantidades de dinero entregadas en greña proporcionen mejoras a los centros escolares y otorguen, de paso, empleo temporal a los trabajadores de la construcción?

Objetivamente, lo que vemos hasta ahora es una mecánica gubernamental montada para entregar 25 mil cheques, cuyas cantidades oscilan entre 25 mil y 500 mil pesos, en todo el territorio nacional.

¿A quiénes se entregan?… A los maestros, profesión que desde las últimas décadas del viejo régimen pasó a ocupar una función estratégica dentro de la operatividad electoral.

No hay partidos de médicos, mire usted. Están tan ocupados salvando vidas que difícilmente tendrían tiempo de congregarse en un organismo político.

Pero sí de profesores. El ya existente de Nueva Alianza (Panal) y uno más en ciernes llamado Redes Sociales Progresistas (RSP) engendros (ambos) de doña Elba Esther Gordillo.

Sin olvidar que también partidos como el PRI, PAN, PRD y MORENA han hecho uso intensivo de los batallones magisteriales para reforzar sus campañas. Entre otras razones por su disciplina y eficacia probadas.

No se necesita demasiada materia gris para entender las ventajas de regalarles dinero en tiempos de crisis (‘dispersar’ es la palabra empleada por AMLO) sin rendición de cuentas y en la víspera de un año electoral.

Un mega proceso todavía mayor que el de 2018 donde, además de toda la Cámara baja, habrá en juego 15 gubernaturas y alrededor de 3 mil 500 cargos, locales y federales.

Y bueno, por ahí se coló una perla muy significativa en el mensaje presidencial de este sábado, cuando el mandatario informó sobre la aplicación de dicho gasto en ‘25 mil frentes de trabajo’.

No dijo fuentes, ojo, dijo frentes, como aquellos que se libran en toda batalla electoral. Son tiros de precisión, pues, para los cuales el tabasqueño se pinta solo. Con golpes de chequera, escasa transparencia y planes políticos de mediano plazo.

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