Por Fernando Acuña Piñeiro

 

Ni la magia de una ‘mañanera’ puede desaparecer los hechos y las estadísticas: En menos de dos años, los grupos de la violencia organizada han derrotado al Gobierno de la República. Aquí la pregunta sería en el siguiente sentido: ¿Los altos mandos de la 4T en el tema duro, perdieron la guerra o se unieron al enemigo? O sea, ¿problemas de ineficiencia o de corrupción? ¿O ambas cosas?

Ni los neoliberales panistas y priistas, y ahora tampoco la izquierda vestida de Cuarta Transformación, han podido con el problema de la inseguridad en México. Esto ya es un hecho muy lamentable, cuya evidencia se refleja en el regreso a las calles del Ejercito y de la Marina, las dos alas armadas más  importantes del Estado mexicano.

Este rotundo fracaso del Presidente más votado en la historia reciente del país, es mucho más  espectacular porque lo tuvo todo para hacer los cambios necesarios.

Las circunstancias se le dieron a plenitud, prácticamente se le concedieron todos los deseos que un político puede anhelar para resolver el problema número uno de la República. Me refiero a la mayoría en las dos cámaras del Congreso. Y el control pleno sobre los poderes Judicial  y Ejecutivo.

Francamente, no hay pretexto que valga. ¿A quién echarle la culpa ahora? ¿A Peña Nieto, a Calderón? Por supuesto que ambos ex presidentes tienen gran responsabilidad en todo este caos. Pero, de igual manera, el sexenio obradorista no puede evadir los costos de sus desaciertos y de su fallida estrategia, especialmente el estrepitoso fracaso de la llamada Guardia Nacional.

La Guardia Nacional es una institución creada por el Gobierno de AMLO, mediante decreto del 26 de marzo de 2019. Su escudo es un círculo, con un águila erguida en actitud poderosa, con las dos alas extendidas devorando a una serpiente. Su lema es: ‘Justicia y paz’. Pero ni lo uno ni lo otro han conseguido. Para empezar, el primero de julio (justo un día después del inicio de sus operaciones), los grupos delincuenciales le dieron la bienvenida a la GN en Tabasco, la tierra de Obrador, con cuatro vehículos incendiados y el cierre de accesos y salidas sobre la carretera federal Villahermosa-Teapa.

La derrota en el tema de seguridad, o las complicidades como se le quiera llamar, ya las había planteado el autor de este espacio, en días recientes. En una columna donde escribo que por las señales que está enviando AMLO, pareciera que le va a ceder un próximo periodo de poder al cabecismo.

A continuación reproduzco los dos párrafos alusivos:

“En cuestiones de seguridad, el estilo obradorista, de dejar hacer y dejar pasar, no tiene ninguna diferencia con el que en su momento estableció por estas tierras el célebre chino hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong, y los mandos castrenses, alineados en la estrategia de Peña Nieto.

“Los tamaulipecos de las tres principales regiones de nuestro estado sabemos que las cosas no han cambiado. Y que la tan mentada transformación en el tema duro que a todos los interesa, no fue más allá de un juego de palabras que en su momento sirvieron para enardecer a las multitudes, en aquellos mítines previos a la elección del 2018”.

Muy temprano la historia nos concede la razón, cuando vemos que la institución emblemática con la que el presidente López Obrador prometió acabar con la violencia organizada, hoy se bate en retirada y cede su lugar a quienes siempre debieron estar ahí: los marinos y los soldados.

En el 2019, la violencia en México estableció record de homicidios que superaron a cada uno de los dos sexenios anteriores, en un promedio de 2.5 por ciento. Y ya en el 2020, en plena pandemia, en lugar de disminuir la violencia ha ido a la alza. El 20 de abril pasado, es registrado por los medios como el segundo más violento en el Gobierno obradorista. Ese día se cometieron 114 homicidios.

El pasado nueve de septiembre de 2019, durante una gira por Tamaulipas, el presidente AMLO en lugar de presentar una estrategia clara y definida contra la violencia organizada, exclamó: “Estamos llamando a que nos portemos bien. Ya, al carajo la delincuencia, fuchi, guácala. Es como la corrupción, fuchi, guácala!”

Días antes, el 28 de agosto, muy cercano a su primer informe de Gobierno, AMLO reconoció que la seguridad y la paz social son las principales deudas de su gobierno con el pueblo de México.

Hoy, en el curso de su segundo año de poder, las cosas están todavía peores.

 

Fernando Campos: ¿Le tiran al puntero en Victoria?

Dicen que estar en la cima de las preferencias para un cargo de elección popular tiene, naturalmente, sus respectivos costos políticos. Ésta precisamente es la circunstancia que está viviendo el titular del ITACE, Fernando Campos, mismo que a decir de muchos es el mejor posicionado rumbo a la alcaldía que actualmente ocupa ‘Xico’ González Uresti.

Hace varias semanas, Campos Martínez fue muy reconocido en las redes después de que puso a disposición de médicos y enfermeras el transporte de su institución. Debemos reconocer que Campos tiene visión de la coyuntura y de la política social.

Tal vez por eso en la primera esquina de Palacio ya lo ven como el que podría rescatar el Palacio del 17, ante los garrafales errores de ‘Xico’, aunque el tema apenas empieza, pues dentro del mismo cabecismo hay varios tiradores. Eso sin contar a la oposición morenista y priista, que también traen lo suyo.

Pero por el momento, el que se ha sabido manejar con mejor tino, es Campos. ¿Por eso le estarán tirando? Saque conclusiones.