Opinión Pública

Por Felipe Martínez Chávez

Cd. Victoria, Tamaulipas.- El panteón fue ampliado, se construyeron “bardas gruesas”, dieron la instrucción de sepultar los muertos en tumbas de cuatro metros de profundidad y no hacer exhumaciones ni de cuerpos ni huesos en los siguientes cien años.

Los muertos se daban por centenas.

No se permitían velorios. Inmediatamente después del fallecimiento, los restos eran llevados al Cero Morelos donde se mantenían “cuadrillas de sepultureros” para hacer los entierros cuanto antes.

En la casa donde las víctimas pasaron sus últimas horas o días, las habitaciones eran desinfectadas para no dar lugar a la propagación de lo que, a finales de 1898, se conoció como epidemia de “fiebre amarilla” que dejó lágrimas y sufrimiento a los residentes de Ciudad Victoria.

Con el título de “El flagelo de las epidemias en la Villa de Aguayo, desde 1752 a 2012”, la página “Crónicas de Victoria” da cuenta de cómo los gobiernos, entonces con menos recursos técnicos, enfrentaron epidemias parecidas al coronavirus que hoy se presenta en Tamaulipas.

El 10 de septiembre de ese 1898 –dice el documento-, el Gobernador Guadalupe Mainero Juárez, de común acuerdo con el Consejo de Salud, decretó medidas urgentes que tienen parecido a las que hoy se toman, sin olvidar las deficiencias.

Los reos del penal estatal (se hallada en 8 y Matamoros) fueron trasladados todos “a la sierra de Jaumave” (al campamento La Reforma, hoy ejido del mismo nombre), en tanto que el reclusorio era desinfectado.

Hay una razón de por qué ahí: Mainero construía la carretera (terracería) Victoria-Tula utilizando la fuerza de reos. Llevar al resto era solo un paso más.

Para realizar la obra los carceleros seleccionaban a los condenados “mas fuertes” (algunos detenidos en redadas en plazas públicas), y les ofrecían una especie de “beca” que el gobierno les “guardaba” (para que no lo fueran a gastar), con la promesa de entregárselos cuando terminaran sus condenas.

Las “medidas higiénicas” eran las siguientes: Eliminar los “pozos” y baches de las calles de la ciudad, prohibido lavar ropa en las acequias y preferir hacerlo en el río (San Marcos), no operar norias sin brocal.

Entre las obligaciones: Vacunar a todos los niños y “no aceptarlos sin esa protección” en las escuelas, mantener condiciones de higiene en escuelas, cuarteles, cárceles y lugares de concentración.

Igual, los cronistas de la capital hablan de la “Gripe Española” que comenzó en 1918, la pandemia más mortífera de la historia que dejó entre 40 y 50

millones de muertos en el mundo (cien millones dice el historiador Octavio Herrera Pérez).

A Tamaulipas llegó por Tampico. En la capital los enfermos eran confinados en el Hospital Civil, Asilo Vicentino (22 Allende) y Campamento la Libertad.

Este “campamento” era uno más en que, por las noches, daban resguardo a los reos que trabajaban de día con pico y pala en la carretera a Tula.

Interesante el trabajo de los cronistas. No hay nombre de autor, pero debe ser del adjunto Juan Antonio Lugo Mancilla o bien seguimiento de los trabajos de investigación realizados por el profesor Antonio Maldonado Guzmán, ya fallecido.

Aunque vivimos con tecnologías muy diferentes a hace 102 años, el Covid-19 podría darnos un susto a los tamaulipecos y victorenses en particular, si no tomamos las medidas de precaución debidas… Nosotros mismos.

Hoy, como hace una centuria, los hospitales no tienen capacidad para recibir a los enfermos. Por eso la intención de las autoridades sanitarias que se haga la prevención.

Si en aquella época se pidió ampliar el panteón municipal y construir bardas, hoy no tenemos ningún espacio para sepultar y menos ampliar. No hay panteones. El ayuntamiento no ha comprado terrenos para uno nuevo. Solo hay algunos particulares cuyas fosas cuestan “un ojo de la cara”.

No existen hoy campamentos en la sierra para sacar a los presos de la ciudad; las calles siguen con “pozos y baches” (acumulación de agua), pero sobre todo con fugas de la red de tuberías.

En 1918-19 Victoria tenía 15 mil habitantes y garantizaba el servicio de agua por norias. En 2020 la mitad de la población no tiene la suficiente, y un cuarto de los 360 mil capitalinos no dispone ni de gota del vital líquido.

Por entonces el supremo gobierno destinó dos lugares (aparte del hospital) para recibir a enfermos. En esta ocasión no nos han dicho si por lo menos servirán los albergues que se instalan en los centros de convivencia en época de fríos.

Esperamos que la realidad no nos supere, que no se den los enfermos y muertos del siglo pasado. Por lo pronto hay que hacer caso al gobierno y no salir de los hogares, aislarse socialmente.

Claro, hay políticos que tratan de sacar tajada como es el caso del alcalde de Guemes, Luis Lauro Reyes, quien mandó a un grupo de enfermeras a checar la temperatura a residentes de ejidos, en busca de síntoma del virus.

Lo único que han encontrado, nos dicen, son crudos…

Sin apartarnos del tema, el paisano Américo Villarreal Anaya debuta como el vicecoordinador del Grupo Plural de Senadores que le darán seguimiento a la Pandemia Covid-19. Se instalaron este mismo jueves.

También en tiempos de coronavirus, la UAT ofrece 25 bases de datos científicas en línea para alumnos, docentes, investigadores y empleados. Son procedentes del Consorcio Nacional de Recursos de Información Científica y

Tecnológica (Conricyt), en los cuales se podrá encontrar información desde libros, revistas científicas, periódicos, manuscritos, dibujos y otros archivos