Madrid. Todos contra el presidente en funciones, el socialdemócrata Pedro Sánchez, y éste, a su vez, solo contra todos. En el ínterin se desató ayer la guerra sucia a propósito de Cataluña, el tema del que todos quieren sacar raja con discursos diferentes. El gobierno en funciones filtró a los medios imágenes de la Operación Judas, saldada por la Guardia Civil con la detención de seis varones supuestamente pertenecientes a los Comités de Defensa de la República (CDR).

Poco importó el secreto de sumario. Las imágenes corrieron como reguero de pólvora desde muy temprano y las baterías apuntan directamente a Quim Torra, presidente del gobierno autónomo catalán. Al menos eso declararon ante el juez dos de los seis imputados. Semejante chapuza fue respondida con dureza por el mundo independentista catalán por entender que el objetivo final es presentar a los soberanistas como violentos y hasta terroristas.

Ya algunos partidos están acusando a Torra de ser el capo de los CDR porque los dos declarantes de esa inexperta organización aseguraron que el plan básico consistía en encerrarse con el President en el Parlamento catalán y al mismo tiempo tomar por asalto el aeropuerto de El Prat, el más importante de Barcelona y el segundo del país.

Abundaron los dos detenidos para asegurar que todo estaba armado por el exilado Carles Puigdemont y el mismo Torra, quien ayer mismo tildó de patraña el montaje. A menos que la Guardia Civil tenga pruebas sólidas sobre el asunto, lo dicho por los dos integrantes de los CDR tendrá nulo valor jurídico en el juicio.

Presumen políticos y jueces que el sistema judicial español es garantista pero ayer quedó demostrado que es una afirmación falaz porque se violó un principio básico del garantismo: la presunción de inocencia. Los dos imputados comparecieron a cara descubierta.

Ningún medio reparó en ese detalle, como dando por buena la historia. Tal es la animadversión que se alimenta en España hacia Cataluña, excepción hecha del País Vasco. Pero esa es otra historia.
Para rematar la faena Sánchez metió ayer la pata hasta el fondo cuando declaró que la Fiscalía del Estado era asunto del gobierno, en referencia a la proceso de extradición del ex president Puigdemont, proceso que ni siquiera está contemplado por el momento. Las asociaciones de fiscales, de derecha y progresistas, brincaron y denunciaron que esas declaraciones en el fondo eran una tabla de salvación para el exilado en Waterloo, Bélgica. Y por supuesto sus contrincantes, todos sin excepción, aprovecharon el patinazo para lanzarse al cuello de Sánchez.

Ante semejante avalancha de críticas, este jueves el presidente en funciones frenó en seco y metió reversa aclarando en una entrevista radial que sus palabras fueron dadas en el contexto del cansancio provocado por la campaña electoral, pero que reconocía su error y aseguraba que los fiscales son totalmente independientes en la toma de decisiones. El daño ya estaba hecho.

Faltan dos días para el domingo electoral y los sondeos siguen favoreciendo al PSOE, pero con una tendencia descendente, todo lo contrario que el PP y el neofascista Vox, a quien ubican en tercer lugar, puesto que hoy ocupa el chimoltrufio partido Ciudadanos, de Albert Rivera. Unidas Podemos, de Pablo Iglesias, disputaría con Rivera el cuarto lugar.

Pero la tropa de indecisos es nada despreciable y las condiciones climatológicas del domingo no ayudarán: el pronóstico es de frío y agua, elementos que no colaboran a que los indecisos acudan a los centros de votación.

Este sábado el ojo del huracán seguirá siendo Barcelona. Han sido desplazados 12 mil policías nacionales y guardias civiles para evitar que las aguas salgan más violentas de su cauce. Se anuncian manifestaciones desde primeras horas de la tarde. Será la peligrosa víspera del Día D.