Por Juan Sánchez-Mendoza

 

La pantalla grande durante décadas aquí en México, ha exhibido cintas con un contenido melodramático respecto al 10 de Mayo (fecha conmemorativa del Día de la madre), pero en realidad poco se acercan sus tramas a lo que en realidad piensan y sienten ellas –las que aún están con vida– y todo ser humano en esta festividad.

 Hay quienes reniegan por carecer de su cariño; y otros no soportan su pérdida al darse cuenta cuan ingratos fueron como hijos; unos la recuerdan al calor de copas y, los menos, quienes aún tienen madre, llegan a su casa en apariencia para felicitarla, aunque ellos (y su prole) dejan ‘un desmadre’, con el rollo de festejarlas, pues la viejita limpia la casa, prepara viandas, los atiende, los soporta y al final del día carga otra vez con el aseo del hogar, a fin de evitarle ‘molestias’ a sus yernos o nueras, según sea el caso.

Este año las cosas serán diferentes… por el coronavirus.

Y es que la disposición oficial prohíbe reuniones.

Por si fuera poco los restaurantes, las pastelerías y florerías fueron cerradas a partir de hoy por disposición oficial.

Pero lo peor del caso, es que los panteones tampoco están abiertos.

¿Bueno o malo?

Bueno, para dejar descansar en paz a las idas, sin que haya sobre sus sepulturas catarrines ni falsos llantos, música y lloriqueos hipócritas.

Malo, cuando por culpa del Covid-19 hay dolientes que no saben cómo ni cuándo o ante qué tumba llorar, en el caso de quienes se adelantaron en el camino hacia la eternidad a causa de la epidemia. 

Y es que por disposición ‘sanitaria’, los muertos por coronavirus –entre ellos centenas de mujeres de la tercera edad–, del hospital salieron para la cremación; y sólo a sus familiares les entregaron cenizas sin saber, ellos, a ciencia cierta, si corresponden a sus difuntos, porque nunca la oportunidad les dieron de ver su cuerpo ya sin vida.

Triste situación, así lo creo.

En el caso de las madres vivientes, salvo excepciones, hay quienes se sentirán liberadas por primera vez, de soportar molestias en su intimidad; y, aún cuando adoran a sus vástagos (varones o mujeres) y/o nietos prefieren estar solas. Con su marido, en caso de (él) coexistir, ya que, ‘para aguantar borrachos y nietos chiflados prefiero a mi marido’, han dicho.

Las cifras que ofrece el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, no puntualizan cuántos infectados de la tercera edad han fenecido –aunque las estadísticas a nivel mundial y nacional establecen que son el sector más vulnerable–, pero seguramente entre hoy y mañana (10 de mayo) habrá reclamos fuertes.

Sobre todo culpando al supremo Gobierno.

1) Por las pérdidas de madres a causa del virus; y

2) Ante la prohibición de festejar ‘en grande’.

Como sea hay que tomar conciencia de que sólo con el aislamiento se puede detener la pandemia.