Por Melitón Guevara Castillo

 

¿Qué factor favorece la longevidad? Hace mucho tiempo leí que una investigación de Ramón y Cajal, allá en España, sacó a relucir que un favor es la ignorancia: que las personas alejadas, vamos pues, de la civilización, que tenían poco acceso a la información cotidiana vivían más. Y que eso sucedía porque tenían poco o menos stress que el resto.

No preocuparse de lo que sucede a nuestro alrededor sin duda es una tarea muy difícil, al menos hoy en día que las redes sociales, esas que Umberto Eco llamo estúpidas, porque es tal la información, que es difícil discernir sobre cuál es buena o mala, o tan simple, cuál es verdadera o falsa.

 

La peste y el miedo

En las redes sociales se difunde una fábula. De cómo en un camino unos viajeros fueron alcanzados por la peste; y que les dijo: voy por cinco mil personas de la ciudad. Y que luego, cuando la peste regresa, se encuentran y le recriminan: no fueron 5 mil, fueron 15 mil; y que la peste les contesto: yo fui sólo por 5 mil, los otros murieron de miedo… Esa es la cuestión.

¿Cómo estamos viviendo la pandemia de Covid-19? Estamos, sin la menor duda, entre dos posturas. Por un lado aquellos que dicen que no pasa nada y que, incluso, desdeñan las recomendaciones de la autoridad y del sector salud; y están, obvio, los otros, los que, quizá no apanicados, pero si con algo de miedo, demandan que el Gobierno tome medidas más drásticas.

 

Información o desinformación

Recibimos todo el día, las 24 horas, un incalculable volumen de información sobre el Covid-19. Una es oficial: que lleva un registro, digamos minucioso, del desarrollo y avance de la pandemia y de cómo, unos y otros países, han tomado decisiones. Como es información oficial, muchas de las veces pensamos que no es suficiente, ni completa. ¿Los contagios, los positivos y negativos, los fallecidos son reales o maquillados?

Y hay, por otra parte, mucha información sobre el estado actual del sistema de salud: que hay desabasto, que no cuentan con la infraestructura y el equipo necesario y apropiado; en tanto que el Gobierno anuncia más y más dinero, que el Ejército y la Marina operarán hospitales y ya están contratando médicos, enfermeras y hasta personal de intendencia.

 

El valor del mensaje

Todos los mensajes tienen una tendencia, un propósito: de ahí que el destinatario al recibirla, necesariamente tiene que manifestar un impacto.

Una información, la que denuncia que el Sector Salud no está preparado, obvio, crea confusión, miedo, temor; miedo a pensar, a creer que el Gobierno no está preparado y que, más menos, por negligencia pueden morir más pacientes.

La cuestión, en este caso, es el contexto: lo que sucedió en China, lo que está sucediendo en Italia y España, y no se diga en Estados Unidos.

Ese conocimiento nos obliga a tener, o a tomar conciencia de que tarde o temprano vamos a vivir las tres etapas: y que la última, si no estamos preparados, puede ser igual o peor que la vivida en Italia. Difícil soslayar el efecto de estos mensajes.

 

El mejor mensaje

Lolita Ayala en una promoción televisiva establecía: “Información que previene”. Y eso, sin la menor duda, es lo que debemos considerar: hay información técnica, económica, pero en estas circunstancias el mensaje más positivo tiene que ver con aquél que nos involucra en la solución; y esa inicia con nosotros, que nos cuidemos, que sigamos con las recomendaciones sanitarias y, entiéndase, de sana distancia.

Si nosotros hacemos lo que nos corresponde y, aun así, nos contagiamos, pasamos a otro nivel: dependiendo de cómo reaccione nuestro cuerpo, podemos depender del sistema de salud gubernamental.

Y, a partir de ahí, el mejor mensaje son los resultados; que el Gobierno tenga, pues, capacidad para atender a todos y no llegar, como apunta Italia, a la fase 4: la medicina de guerra.