Por Melitón Guevara Castillo

 

Hablar, o escribir, de los problemas que enfrenta la 4T no es fácil. No es fácil porque, en la práctica, cada vez que el Presidente es cuestionado alude a que él tiene otros datos o, simplemente, afirma que ese problema no existe. Uno de esos problemas tiene que ver con el sector salud.

Nadie duda, ni un momento, de las buenas y sanas intenciones del Gobierno federal, en este caso de su política de salud. La cuestión es que, en algunos casos, la implementación de una política o procedimiento nuevo ocasiona trastornos. En este caso, lo que vivimos, padece la población, es el desabasto de medicamentos.

En un principio, cuando se detectó este problema, el Presidente le echó la culpa a medio mundo: al gobierno anterior, a las farmacéuticas, a los proveedores; el hecho real, imposible de negar, es que el desabasto se dio y, en cierta medida, ya lo reconoció el Gobierno federal, pero en ciertos casos, no vemos que el problema se solucione, pero sí que se agudiza.

Hará cosa de unos tres meses en el facebook una amiga, docente en Tampico, se quejó de que no hay en el Seguro Social las vacunas para su hijo, de pocos meses de edad; e, incluso, señala cómo antes su esposo pasó por el mismo trance y, se entiende, tuvo que comprar las medicinas.

En una de las múltiples reuniones en las que participo, uno de los integrantes, profesor normalista jubilado, explica que fue a su cita médica y que el doctor le advirtió: ya no te puedo recetar una de las medicinas, porque ya no está en el cuadro básico… y que, en las explicaciones, acordaron: mientras aparece un equivalente, la medicina la comprará en la farmacia privada. Y el doctor le dijo: “Tú puedes comprarla, pero otros de mis pacientes no…” No sé, dijo, qué va a pasar con ellos.

En fin, todo el cuento anterior, es el preámbulo para contar lo que a mí me sucedió en los últimos tres meses: este 11 de febrero tuve mi consulta médica mensual en el IMSS, se revisan mis análisis médicos, se me toma la presión, mi peso, entre otras cosas, y todo bien.

Las cosas se complican al llegar a la farmacia. El encargado me dice: esta medicina no la tengo; y pone en la receta ‘pendiente’. Le comento: ya son tres meses seguidos de que no me la surten; y me explica: es que nos han llegado muy pocas, entre 40 y 50 dotaciones (cada caja trae sólo 7 pastillas), pero ya el viernes llega el camión.

La sorpresa es que, la última receta, también me la devuelve con el ‘pendiente’ de surtir. El IMSS no tiene ‘Metformina’. Y de nueva cuenta la explicación de que el camión llega el viernes, venga ese día. Así que, este viernes 14, día del amor y la amistad, debo ir de nueva cuenta para constar si, efectivamente, ya se regulariza el abasto de las medicinas.

La cuestión es que uno, de plano, no está acostumbrado a usar todos los medios y recursos disponibles de manera institucional. El mes pasado, segundo sin mi medicamento, quien atiende la ventanilla de la farmacia me pregunta: ¿ya acudió al módulo de orientación al derechohabiente? Ante mi negativa me explica su ubicación, y pues voy.

En el módulo de atención, como debe ser, una joven atenta, sonriente, sin perder la calma atiende a un señor que da una y otra explicación. Después de más o menos 10 minutos, me atiende. Le explico mi situación con la medicina que me entregan, mes tras mes, por mi condición de diabético. Toma mis datos y me dice: cuando llegue el camión con las medicinas, le aviso.

Debo explicar, además, que me entregó un formato, en el cual, se instruye, que si no se entrega la medicina puede uno optar comprarlas en una farmacia particular, pedir la factura a nombre del IMSS (consigna el RFC)… claro, se tienen que dar determinadas condiciones.

En hoy andaba en Padilla entregando invitaciones por la Medalla que me entregarán el próximo domingo, cuando recibo una llamada en mi celular. Era la encargada del módulo, para informarle que ayer (martes) por la tarde llego el camión con la medicinas y que procurara ir hoy (miércoles) antes del mediodía. Acudí y, efectivamente, me surtieron las medicinas.

En fin, como bien dicen en la red: se dijo, se tenía que decir.