Por Juan Sánchez-Mendoza

 

Aunque la cifra de casos confirmados de coronavirus en México, hasta hoy es de 164 –según estadísticas de la Dirección General de Epidemiología–, y pese a la previsión de que se multiplicaría en las próximas dos semanas, en territorio nacional se advierte desinterés para atender recomendaciones de aislamiento.

Y es lo que más inquieta a las autoridades de la Secretaría de Salud y los gobiernos estatales.

Sobre todo, porque esa negligencia podría abonar a la transmisión del Covid-19 acelerando la fase dos (contagio local), por contacto directo entre conciudadanos.

Esto hace suponer que habrán de tomarse medidas más convincentes para persuadir a los escolapios, maestros y adultos de la tercera edad a no salir a la calle sin que medie necesidad –se supone que por esto les dieron un mes de asueto–, que en los próximos días se dará reposo a empleados administrativos de los tres niveles de Gobierno (para igual resguardarse), y que parte de la industria y el comercio cerrarían, al menos durante la etapa dos de la contingencia.

¡Ah!, pero eso sí, cubriendo salarios.

Tan así lo advierten los organismos empresariales que ya han pedido, al Gobierno Federal, no cobrar impuestos durante el tiempo de emergencia sanitaria; suspender las verificaciones administrativas; extender la vigencia de licencias y/o autorizaciones; disminuir las aportaciones patronales, en el IMSS e Infonavit por los días en que no haya labores; y no pagar predial ni agua, entre otros servicios, durante tres meses.

Están en todo su derecho, claro que sí.

Pero de autorizárselos, ¿por qué no también extender los beneficios al pueblo por lo menos en cuanto al pago del agua y energía eléctrica, ya que con la familia completa en casa se incrementa el consumo?

Una oferta de esa naturaleza por supuesto coadyuvaría al aislamiento.

Y por ende rompería la cadena reproductiva del coronavirus.

Sin embargo mientras el Gobierno diseña una estrategia para frenar la propagación del Covid-19, la mayor parte de la población muestra apatía al llamado para resguardarse.

Usted puede comprobarlo en las calles y avenidas de su localidad, las tiendas de autoservicio, los parques, jardines y centros deportivos –pese al cierre decretado–, plazas comerciales, mercados, restaurantes, cafeterías, bares y demás lugares públicos.

Los más evitan saludarse de mano, cierto, los besos y abrazos; evitan estornudar de frente a sus semejantes, pero al mismo tiempo se mofan del coronavirus tarareando ‘su cumbia’, contando chistes sobre el particular, o mostrando los memes guardados en sus artefactos celulares.

Es decir, piensan que están de vacaciones… todavía.

Ante este penoso panorama, la autoridad gubernamental debiera ser más precisa en divulgar información real y cruda, pues sólo así aminoraría la irresponsabilidad ciudadana.

¿O me equivoco?

Las cifras no mienten:

En tan sólo 24 horas, según la Secretaría de Salud, se registraron 46 nuevos casos positivos y aumentó considerablemente el número de casos sospechosos.

De ahí que insista:

No eche en saco roto las recomendaciones. Es por bien suyo y el de su familia.