Por Juan Sánchez-Mendoza

 

Ante la propagación planetaria del coronavirus –cerca de 1 millón 200 mil casos positivos y más de 62 mil decesos (hasta el sábado 4 del mes que cursamos–, al menos tres personajes ‘influyentes’ se han exhibido como genocidas.

Una, es Christine Madeleine Odette Lagarde, quien actualmente funge como presidenta del Banco Central Europeo –y antes fue directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI)–, al decir que: “los ancianos viven demasiado, y eso es un riesgo para la economía global”.

Otro, el vicegobernador de Texas, Daniel Patrick Pugh, quien ‘sugiere’ que los abuelos (como él), con mayor riesgo de contraer el coronavirus, se ‘sacrifiquen’ para que la Unión Americana no tenga problemas económicos en el futuro, pues –dijo–, “muchos mayores de 70 están dispuestos a morir para salvar al país de una crisis”.

El tercero es el Ministro de Finanzas de Japón, Taro Aso, quien pide a los adultos de la tercera edad “que se den prisa a morir” porque, considera, “su defunción aliviaría los gastos de Estado en su atención”.

¿Qué le parece?

Christine nació en Francia el 1 de enero de 1956 (hace 65 años), pero aunque ha sido exitosa como abogada, política y funcionaria pública, de su vida familiar se cometan desastres que aunados a la acusación de cometer acciones criminales en su ejercicio, descalifican su intención ‘heroica’.

Daniel cuenta con la misma edad, 65 años (fue comentarista deportivo y actor), de joven jugador de baloncesto. Pero gracias a su popularidad fue electo vicegobernador de Texas, aunque entre placer y los excesos, acabó con su familia.

Taro, por su parte, a los 79 años de edad, todavía se duele por no acceder a la familia real de Japón, pese a haberse casado con una dama de la realeza y encabezar consorcios multinacionales importantes. Pero nunca pudo tener una familia integrada.

Por eso, los tres, al extinguírseles la vida –por cuestiones biológicas–, piden el sacrificio de adultos para, según ellos, ‘salvar a la humanidad’.

Odette Lagarde, en su pronunciamiento, sugirió la muerte de adultos por las implicaciones financieras potencialmente muy grandes del riesgo de longevidad. Es decir, el riesgo de que la gente viva más de lo esperado.

Patrick Pugh sugiere sacrificios de adultos para que la economía de la Unión Americana se recupere ante el problema del coronavirus, ya que, estima, “los mayores significan un problema para la humanidad joven y principalmente a la economía de la Unión Americana”.

Taro Aso, por su parte, pidió a los ancianos que se den prisa en morir, “para que de esta manera el estado (nipón) no tenga que pagar su atención médica”.

Dichas declaraciones han sido recibidas como un insulto al mundo con más de 6 mil millones millones de habitantes, de los que son mayores de 60 años más de la mitad.

“Dios no quiera que ustedes se vean obligados a vivir cuando quieran morir. Yo me despertaría sintiéndome mal sabiendo que todo el tratamiento está pagado por el Gobierno”, dijo Aso durante una reunión del Consejo Nacional sobre la reforma de la Seguridad Social.

Según informa el diario británico ‘The Guardian’, el personaje dijo que: “El problema no se resolverá a menos que ustedes se den prisa en morir”.

Ante ello, el Papa Francisco reiteró su postura ante la pandemia de coronavirus que azota al mundo y principalmente al país en el que está insertado El Vaticano (Italia).

Defendió las medidas de aislamiento social obligatorio.

Y al respecto, acusó a los gobiernos que no toman medidas en ese sentido de cometer un ‘genocidio virósico’.

En una carta, el Sumo Pontífice enfatizó que “a todos nos preocupa el crecimiento geométrico de la pandemia”.

Los casos de coronavirus en el planeta han experimentado un alza dramática, sumando más 300 mil infectados en la última semana.

Pero eso no le da derecho a Odette Lagarde, Daniel Patrick y Taro Aso a apurar la muerte de adultos de la tercera edad.